Asesino de brujas 1. La bruja blanca by Shelby Mahurin

Asesino de brujas 1. La bruja blanca by Shelby Mahurin

autor:Shelby Mahurin [Mahurin, Shelby]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-01T00:00:00+00:00


Esa noche, Reid abrió la puerta del cuarto en silencio. Lancé la Biblia debajo de su cama y lo saludé con un «¡Hola!» culpable.

—¡Lou! —Por poco lo mato de un susto. Tal vez incluso lo oí maldecir. Con los ojos abiertos de par en par, lanzó su chaqueta sobre el escritorio y se aproximó con cautela—. Es tarde. ¿Qué haces despierta?

—No podía dormir. —Mis dientes tintineaban y hundí más el cuerpo bajo la manta en la que me había envuelto.

Él me tocó la frente con la mano.

—Estás ardiendo. ¿Has ido a la enfermería?

—Brie dijo que la fiebre duraría unos días.

Cuando avanzó para tomar asiento a mi lado en la cama, me puse de pie y abandoné mi manta. Mis músculos protestaron ante el movimiento repentino e hice una mueca de dolor, temblando. Él suspiró y también se puso de pie.

—Lo siento. Por favor, siéntate. Necesitas descansar.

—No, necesito quitarme todo este pelo de mi cuello. Me está volviendo loca. —Inexplicablemente furiosa, aparté los mechones molestos de mi piel sensible—. Pero mis brazos resultan tan… pesados… —Un bostezo eclipsó el resto de mis palabras y mis brazos cayeron. Me hundí de nuevo en la cama—. Parece imposible levantarlos.

Él se rio.

—¿Puedo hacer algo para ayudar?

—Puedes trenzármelo.

La risa murió abruptamente.

—¿Quieres que… haga qué?

—Trénzalo. Por favor. —Me miró. Lo miré—. Puedo enseñarte. Es fácil.

—Dudo mucho que lo sea.

—Por favor. No puedo dormir con el pelo en contacto con mi piel.

Era cierto. Entre las escrituras, la fiebre y la falta de sueño, mi mente deliraba. Cada roce de mi cabello contra la piel era una agonía… algo entre el frío y el dolor, entre el cosquilleo y la molestia.

Tragó con dificultad y pasó a mi lado. Un escalofrío agradable recorrió mi columna ante su presencia, su cercanía. Su calor. Emitió un suspiro resignado.

—Dime qué hacer.

Resistí la necesidad de apoyarme en él.

—Divídelo en tres secciones.

Vaciló antes de tomar mi cabello con dulzura entre las manos. La piel de mis brazos se erizó mientras él deslizaba los dedos a través de los mechones.

—¿Ahora qué?

—Ahora, toma uno de los mechones externos y crúzalo sobre el del medio.

—¿Qué?

—¿Tengo que repetirlo todo?

—Es imposible hacer esto —susurró, intentando en vano mantener los mechones separados. Se rindió segundos después y empezó de nuevo—. Tu cabello es más grueso que la cola de un caballo.

—Mmm. —Bostecé de nuevo—. ¿Eso es un cumplido, Chass?

Después de varios intentos, logró realizar el primer paso con éxito.

—¿Ahora qué?

—Ahora, el otro lado. Crúzalo sobre el medio. Asegúrate de que quede ajustado.

Gruñó por lo bajo en su garganta y un escalofrío diferente recorrió mi cuerpo.

—Tiene un aspecto terrible.

Dejé caer mi cabeza hacia delante, disfrutando de la sensación de sus dedos en mi cuello. Mi piel no protestó como lo había hecho antes. En cambio, pareció entibiarse bajo su tacto. Derretirse. Cerré los ojos.

—Háblame.

—¿Sobre qué?

—¿Cómo llegaste a ser capitán?

No respondió durante un largo instante.

—¿Estás segura de que quieres saberlo?

—Sí.

—Pocos meses después de unirme a los chasseurs, encontré una manada de loup garou fuera de la ciudad. Los matamos.

Aunque ninguna bruja podía decir que era amiga de un hombre lobo, mi corazón se contrajo con dolor ante su pragmatismo.



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